jueves, 21 de agosto de 2008

Laguna Chanquín

Travesía en la Meseta Somuncurá

En el video podemos observar claramente el suelo característico de la meseta, y la vegetación que lo cubre que se extiende por todo el horizonte creando una zona de vegetación escasa y de poca altura.

Meseta de Somuncurá

La fascinante meseta de Somuncura: para cuidarla


VIEDMA (AV)- Tiene una superficie de 34.650 kilómetros cuadrados. La meseta de Somuncura es el segundo reservorio de agua más importante de la Patagonia y una de las más preciadas áreas protegidas de Río Negro.





La meseta es un gigantesco basalto esponjoso y agrietado que se supone filtra durante el año la nieve que cae que luego aflora convertida en agua por distintas laderas que se convierten en verdes valles. Según estimaciones del DPA esconde en sus entrañas aproximadamente 90 millones de hectómetros cúbicos de agua, lo que la convierte en un área natural de un incalculable valor natural.
Este gran reservorio parece una ironía al levantarse en el medio de la Línea Sur donde la mayor necesidad es el agua tanto como en la misma cima de la meseta arriba de los 1.050 metros. La gran sequía de 2007 dejó en el recuerdo aquellas lagunas temporarias, la que hoy se han convertido en gigantes ollas vacías.
La flora y la fauna son impactantes y "allí se encuentra la mayor cantidad de especies de lagartos de todos los colores con una característica más que llamativa: caminan luciendo fuertes amarillos, verdes y naranjas pero cuando se posan sobre una roca volcánica al sol basta unos minutos para que adopten el mismo color de la roca y "desaparezcan como por arte de magia".





http://www.rionegro.com.ar/diario/2008/01/06/20081v06s01.php

jueves, 14 de agosto de 2008

Clima

El clima patagónico está dominado por las masas de aire provenientes del Océano Pacífico y por
los fuertes vientos provenientes del oeste (westerlies). El desplazamiento estacional de los centros
de alta y baja presión sobre el Pacífico y las corrientes oceánicas costeras con dirección ecuatorial
determinan los patrones estacionales de la precipitación (Paruelo et al., 1998). En invierno,
la alta intensidad de la zona de baja presión polar y el desplazamiento hacia el norte del anticiclón
del Pacífico determinan un aumento de las precipitaciones invernales sobre la región. Casi
la mitad de las precipitaciones ocurren en los meses más fríos del año. La Cordillera de los Andes
ejerce una gran influencia sobre el clima patagónico, ya que constituye una importante barrera
para las masas de aire húmedo provenientes del océano. Éstas descargan su humedad en las laderas
occidentales de los Andes y, al descender en la vertiente oriental, se calientan y se secan
(calentamiento adiabático). Esto determina un fuerte gradiente de precipitaciones que decrece exponencialmente
de oeste a este. Las estepas y los semidesiertos de la Patagonia reciben entre 600
y 120 mm de precipitaciones. En este sentido, en la mayor parte del territorio las precipitaciones
no superan los 200 mm (Paruelo et al., 1998). La escasa precipitación y la distribución invernal
de ésta determinan un fuerte déficit hídrico estival (Paruelo et al., 2000). Sobre la base de la relación
evapotranspiración potencial/precipitación anual media, más del 55% de la Patagonia es
árida o hiperárida y sólo un 9%, subhúmeda (Paruelo et al., 1998). Las isotermas tienen una distribución
noreste-sudoeste debido al efecto combinado de la latitud y la altitud. Las temperaturas
medias varían entre 3 y 12ºC. Los fuertes vientos del oeste modifican sensiblemente la sensación
térmica, y la reducen, en promedio, 4,2ºC. Este efecto es más marcado en verano (Coronato,
1993), y genera veranos templados o aun fríos, una característica distintiva del clima patagónico.
Las mesetas de altura decreciente hacia el este constituyen uno de los rasgos geográficos más
característicos de la Patagonia. En la parte norte y central, las sierras y las geoformas de origen
volcánico pasan a ser un elemento importante del paisaje. Este paisaje resulta de una compleja
interacción entre el volcanismo, la emergencia de los Andes y la actividad fluvioglacial. La red
de drenaje regional consiste en una serie de ríos de curso oeste-este que drenan las húmedas laderas
de los Andes y atraviesan las estepas y los semidesiertos en su camino al Atlántico.
Los detritos glaciales y los materiales volcánicos son los materiales parentales más importantes
de los suelos patagónicos. En las porciones occidentales más húmedas y frías pueden desarrollarse
suelos mólicos. Hacia el este y con el aumento de la aridez, los Aridisoles y los Entisoles
dominan el paisaje. Éstos suelen presentar una gruesa capa calcárea cementada de entre 40 y 50
cm de profundidad (del Valle, 1998). Los “rodados patagónicos”, asociados a los procesos fluvioglaciales,
son una característica de los suelos patagónicos, tal como lo reconocieron los primeros
naturalistas europeos que la visitaron (Darwin, 1842; Strelin et al., 1999). La presencia
de rodados es la responsable de la formación de “pavimentos de erosión” cuando la erosión eólica
remueve los materiales más finos del suelo. En la región son frecuentes los paleosuelos, caracterizados
por la presencia de “horizontes enterrados”. Éstos reflejan la influencia de condiciones
climáticas pasadas sobre los procesos pedogéneticos.

http://www.vidasilvestre.org.ar/descargables/libro_imperdible/Patagonia.pdf

Ubicacion



La Patagonia argentina, también llamada región patagónica, es una de las regiones geográficas de la Argentina, que comprende la parte de la Patagonia que abarca este país.
Comprende las provincias de
Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, y la parte sur de La Pampa, Mendoza y Buenos Aires.
Es frecuente diferenciar esta macroregión en dos secores divididos convencionalmente por el paralelo 42°: la Patagonia Norte (constituida por las provincias de Neuquén y Río Negro y los sectores patagónicos de las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Mendoza), y la Patagonia Sur (constituida por las provincias de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego).


La conservación de los recursos naturales en la Patagonia



Las alteraciones más importantes del ambiente patagónico llevadas a cabo por el hombre comenzaron
hace menos de un siglo y, en la actualidad, cubren toda la región. Casi la totalidad del
territorio está en manos privadas (menos del 1% es propiedad del Estado) y dedicada a actividades
ganaderas, en su gran mayoría. Si bien hay algunas iniciativas privadas tendientes a promover
usos sustentables de los recursos o la conservación de especies y hábitat, las regulaciones
ambientales en propiedades privadas son de difícil implementación. Más aún, en muchos as
pectos existen groseros vacíos reglamentarios en cuanto al uso y la conservación de los recursos.
La mayor parte de los productores agropecuarios toman sus decisiones sobre la base de resultados
económicos de corto plazo sin los debidos análisis del impacto ambiental de sus decisiones
o sin planes sustentables a largo plazo. En países como la Argentina, donde la implementación
efectiva de políticas ambientales por parte del Estado enfrenta serias restricciones económicas,
políticas y sociales, es urgente sintonizar la conservación y la protección del ambiente
con las necesidades de manejo y la sustentabilidad económica y social de los establecimientos
productivos. El desarrollo de sistemas de producción sustentables aparece como la única alternativa
para asegurar tanto la preservación de especies y ecosistemas naturales como la provisión
de servicios ecosistémicos básicos. En la medida en que se logren acoplar intereses productivos
y ambientales, podrán superarse las limitaciones en el accionar del sector público.
La capacidad económica y financiera de las explotaciones es clave para instrumentar manejos
de restauración y producción. Por ejemplo, en el distrito Occidental en la provincia de Chubut,
alrededor del 80% de las explotaciones tienen un tamaño menor a la unidad económica –tamaño
que permite la subsistencia de una familia– (Aguiar y Román, inédito). En otras palabras, hay
un número importante de familias con una dotación de recursos naturales que no alcanza a cubrir
sus requerimientos. Mantener a estas familias en sus explotaciones, asegurarles una vida
digna y lograr un manejo racional de los recursos es un enorme desafío. Claramente la actividad
ganadera no puede ser la única entrada económica de estas familias y, en la medida en que
la sociedad exija proteger y conservar la estepa, será necesario dotar a estas unidades económicas
de los recursos económicos y financieros (además del conocimiento) para afrontar el cambio.
La lógica del mercado determina que el único camino es el abandono de esos territorios y
la concentración de la propiedad. Esto trae aparejados serios perjuicios sociales (tales como la
migración de la población rural a los centros urbanos y la consecuente desaparición de las comunidades
rurales, el aumento de la marginalidad, la pérdida de los valores culturales, etc.). Por
otro lado, no existen garantías de que empresas con superficies mayores a la unidad económica
(que, actualmente, ocupan alrededor del 65% de la superficie del área estudiada) sean capaces
de implementar a largo plazo un manejo en el que se utilicen complementariamente criterios
biofísicos y económicos para el manejo de los recursos naturales. Las claves para el desarrollo
de los sistemas sustentables en las estepas patagónicas involucran: a) un mejor conocimiento de
la estructura y el funcionamiento de sus poblaciones (nativas e invasoras) y ecosistemas; b) la
comprensión de sus respuestas al pastoreo y a la creciente variabilidad climática y c) la articulación
de esta información en políticas que promuevan de manera activa la complementariedad
entre la explotación y la conservación de los recursos naturales. El Estado tiene, pues, un rol importante
no sólo para promover el conocimiento y su difusión, sino también para generar marcos
regulatorios y de control que impongan restricciones a las decisiones basadas exclusivamente
en el costo-beneficio económico.



Los problemas ambientales de la Patagonia



La desertificación


La desertificación es un fenómeno complejo que involucra un conjunto de procesos asociados
al deterioro de ambientes áridos, semiáridos y subhúmedos. Tal deterioro involucra la extinción
local de especies, la erosión del suelo, la modificación de la estructura de la vegetación y la disminución
de la productividad biológica del ecosistema. Todos estos procesos pueden ocurrir espontáneamente
debido a la acción de agentes naturales y/o a la dinámica interna del ecosistema.
Sin embargo, sólo se hablará de desertificación cuando los cambios tienen lugar por acción del
hombre (Paruelo y Aguiar, 2003). La desertificación debe diferenciarse con claridad de la aridez.
Esta última hace referencia a una condición ambiental promedio, mientras que la desertificación
corresponde a un proceso de cambio direccional con una clara dimensión temporal. La
aridez está determinada climáticamente y, como se señalaba anteriormente, se describe a partir
de la relación entre la “demanda” de agua promedio anual de la atmósfera (la evapotranspira
ción potencial) y la “oferta” de agua promedio (la precipitación anual). El deterioro de los recursos
como el agua, el suelo y la vegetación asociado al fenómeno de desertificación modifica,
a corto y largo plazo, la capacidad del ecosistema para proveer servicios ecológicos tales como
el mantenimiento de la biodiversidad, la moderación de fenómenos meteorológicos y de sus
efectos, la purificación del agua y del aire, la formación del suelo, la regulación de la composición
atmosférica, el ciclado de nutrientes y materiales, la recreación, el estímulo intelectual y el
control de la erosión, entre otros.

La Estepa de la Patagonia es un importante hábitat para muchas especies en peligro de extinción. La mayor parte está tendiendo hacia la desertificación debido al sobrepastoreo, mostrando muchas zonas una grave erosión. Actualmente no está protegida ninguna parte de la estepa litoral en reservas naturales o parques nacionales. La propuesta de adquirir y crear una reserva natural sentará precedente y servirá como modelo para proyectos futuros de conservación de este singular biotopo. Asimismo ofrecerá instalaciones tanto para el eco-turismo como para fines educativos, siendo un valioso recurso para la comunidad local. Se espera que el proyecto sea sostenible y autosuficiente en cuanto haya finalizado la inversión capital en la compra de la tierra. El WLT y su socio, la Fundación Patagonia Natural, creen que el proyecto servirá de estímulo para generar proyectos similares con fondos locales.




Areas Protegidas




Las áreas protegidas con las que cuenta esta unidad son escasas. Posee dos de jurisdicción nacional: el Parque Nacional Laguna Blanca (Neuquén) y el Monumento Natural Bosques Petrificados (Santa Cruz). El primero conserva importantes ambientes acuáticos de la zona con grandes concentraciones de aves acuáticas, y la presencia de especies de anfibios endémicos. En Bosques Petrificados se protege un rico yacimiento paleontológico, con enormes ejemplares de araucarias, y varios sitios arqueológicos; además el área tiene una muestra de la estepa patagónica cuya superficie se ha ampliado recientemente a algo más de 60.000 hectáreas.
También existen otras áreas protegidas de jurisdicción provincial aunque en la mayoría con escasa implementación. La Reserva Laguna Llancanelo (Mendoza) es de singular importancia por la gran concentración y nidificación de aves acuáticas.Es uno de los siete lugares más importantes de Argentina que albergan aves acuáticas. La Reserva El Payén, también en el sur mendocino, cuenta con un imponente paisaje volcánico y con un alto valor científico, reflejado esto último en parte en el hallazgo de reptiles endémicos.
La Reserva Provincial Meseta de Somuncura, que protege en parte la Estepa Patagónica, es interesante por su geomorfología y especies florofaunisticas endémicos.
Esiste otra área provincial en Península Valdés (Chubut) que abarcan tanto sectores de estepa como de litoral marino.
Los parques nacionales Lanín, Nahuel Huapi, Los Alerces, Perito Moreno y Los Glaciares tienen parte de sus superficies con ambientes de estepa patagónica (distrito subandino) y su ecotono con los bosques; andino-patagónicos.


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